lunes, 5 de marzo de 2007

LA SHEKINAH EN EL MUNDO CONTEMPORÁNEO


Como se sabe, dentro de la tradición mística hebrea, el concepto de "Shekinah" hace referencia al esplendor de la presencia de Dios en la Creación. La Shekinah es el resplandor celeste, la luz ultrafísica, teofánica. El brillo, la magnificencia, la majestad resplandeciente de Dios, presente en el sanctasanctórum del templo de Jerusalén, en la zarza ardiente del Sinaí etc. Corresponde al término bíblico de "gloria": la gloria de Dios es la luz sobrenatural que manifiesta la presencia divina.

El mundo contemporáneo sufre, sin duda, una "crisis de la luz". Vivimos una época de oscuridad, de tinieblas. Sería pertinente recordar aquí el mito platónico de la caverna: los prisioneros están acostumbrados a las penumbras, igual que nuestros contemporáneos creen que no hay más vida que esta "vida sin luz" a la que hoy, por desgracia, también nos hemos habituado. No en vano, se suele aplicar el término "gris" a nuestra sociedad: una sociedad gris es, precisamente, una sociedad sin luz, o que se contenta con un pobre sucedáneo de la auténtica luminosidad. La época que vivimos padece una miseria metafísica que consiste en el oscurecimiento de la luz de la Shekinah.

Y, sin embargo, la Shekinah nos rodea. Sin ir más lejos, la luz del amanecer, la claridad de una mañana soleada, está llena de la Shekinah que se manifiesta dentro de la Naturaleza como obra de Dios. Y, dentro del mundo religioso y artístico, hay claras muestras de Shekinah en realidades como el Partenón, las vidrieras góticas, los claustros benedictinos, Stonehenge, el Taj Mahal, la iglesia de Santa Sofía en Estambul, el Monte Fuji etc. Siempre que existe de algún modo luz cenital, resplandor de origen celeste, estamos en presencia de al menos un vestigio de la Shekinah. Sin ese resplandor que transfigura las cosas, el mundo se convierte en una cárcel de donde han huido la luz y la belleza (no olvidemos que Santo Tomás definía la belleza precisamente como el "resplandor de la forma bien configurada"). Es lo que sucede en nuestro mundo, que, al rechazar la luz espiritual de Dios, se ha vuelto incapaz de percibir la luz metafísica que emana, por voluntad de Dios, desde todas las cosas. Y un mundo ciego para el esplendor de la Shekinah divina se convierte en un mundo que ha perdido la alegría.

1 comentario:

Anónimo dijo...

www.quintadominica.com.ar
principalmente ver : "el libro de mi hijo"..