viernes, 18 de mayo de 2007

OCCIDENTE Y LA IDEA DE FIN DEL MUNDO

En principio, la tradicional idea de fin del mundo es ajena a la mentalidad posmoderna, para la que el tiempo es una realidad horizontal que discurre de una manera ininterrumpida, uniforme e inexorable, sin que pueda existir ningún tipo de final abrupto de ese devenir cronológico. En realidad, se rechaza la idea escatológica de fin del mundo por razones muy similares a las que llevan a reprimir la idea de la muerte personal. La posmodernidad ideológica dominante, basada en los principios del inmanentismo, el empirismo y el hedonismo, no quiere asomarse a ningún tipo de abismos: ni teológicos, ni antropológicos, ni de ninguna otra clase.

Y, sin embargo, la noción de fin del mundo sigue vigente en el inconsciente colectivo del Occidente contemporáneo. Habiendo construido una civilización materialista y vacía, Occidente se siente irresistiblemente atraído por la idea de un final catastrófico que fuerce una gran metamorfosis espiritual del mundo. Manifestaciones de este "deseo inconsciente de fin del mundo" son: el horizonte del holocausto nuclear durante la Guerra Fría; Mayo del 68, con la promesa de descubrirnos la playa bajo los adoquines de París; la propia caída del Muro de Berlín, vivida por muchos como un acontecimiento escatológico; la Guerra del Golfo, ensayo de un posible enfrentamiento futuro a gran escala entre Occidente y el Islam; las célebres profecías de Nostradamus; el cine apocalíptico de Hollywood ("Deep Impact", "Armageddón"); el efecto 2000, que amenazó con un supuesto caos informático que nunca se produjo; los atentados del 11 de septiembre en Nueva York; y, en fin, la amenaza del asteroide Apophis para 2036, que, al chocar contra la Tierra, podría provocar un cataclismo de devastadoras consecuencias.

De modo que la posmodernidad oficial desdeña irónicamente, como un objeto cultural inofensivo, la idea de fin del mundo, pero la posmodernidad sociológica -sensible a las ensoñaciones y deseos del inconsciente colectivo occidental- se siente enormemente atraída por tal idea. Y ello por un motivo muy sencillo: en la dicotomía entre Eros y Thanatos que nos describió Freud, es evidente que el Occidente actual, consciente de su propio vacío y de su nihilismo, se siente más atraído por el Thanatos de su autodestrucción que por un Eros constructivo que sólo serviría para seguir apuntalando una cultura y una forma de vivir que amenazan ruina. De este modo, Occidente se habría adherido, finalmente, a las pesimistas tesis de Spengler: que la civilización occidental ha llegado a su ocaso y se aproxima a su momento final.

Un tema éste que, sin duda, da materia suficiente para largas y muy distintas reflexiones. Pero aquí vamos a apuntar sólo una, que nos parece esencial: ninguna simple catástrofe exterior provocará el final de nuestro mundo. Si queremos que este mundo termine, sólo existe un camino efectivo: la metamorfosis operada desde dentro. Una "metanoia", un cambio de valores, una revolución cultural que empiece en lo más íntimo de nosotros mismos, en el ritmo y dirección de nuestros pensamientos, en nuestros hábitos perceptivos y en todas las dimensiones de nuestra vida. Un cambio, por cierto, para el que ni Nietzsche ni los profetas de la Era de Acuario pueden darnos la clave. Porque la clave para esta revolución sólo puede estar en el Domingo de Pascua, en el Octavo Día de la Creación, en Cristo Resucitado y en la luz indescriptible de un universo transfigurado. Un Universo en el que, entre otras cosas, ya no nos seducirá la idea de fin del mundo, porque nos sentiremos envueltos en la atmósfera de un mundo lleno de una alegría que ya no tiene fin.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado amigo Antonio. Hace tiempo que no nos reunimos en la cafetería (junto al Corte Inglés) y lo cierto es que me gustaría debatir contigo cierta cuestión (relacionada con tu artículo, pero de mayor alcance), y no he podido llamarte porque el teléfono tuyo que tengo anotado parece que ya no está vigente, según el contestador de telefónica. Cuando leas este email llámame un día por teléfono al 634.643.062 o envíame un email. Tu excompañero de IES José Luis T.G.