lunes, 23 de abril de 2007

¿CREÍA EINSTEIN EN DIOS?


Todavía hoy circula por nuestro mundo el tópico de que la ciencia es enemiga de la religión, e incluso de que "demuestra" que una persona culta y moderna no puede ser, a la vez, una persona religiosa. Estas ideas proceden del siglo XIX, cuando la teoría de Darwin, pareciendo contradecir directamente a la Biblia, fue utilizada como símbolo de una ciencia moderna empeñada en presentar la religión como mera superstición y mito anacrónico.

Aunque hoy en día, como decimos, todavía hay quien sostiene tales puerilidades, lo cierto es que actualmente está bastante claro cuál es la verdadera relación que existe entre ciencia y religión: la ciencia y la religión se mueven en diferentes planos. La ciencia investiga el funcionamiento del mundo físico y sus leyes naturales. En cambio, la religión se ocupa del sentido de todo lo que existe, del bien y del mal, del destino del hombre, del vínculo que une al ser humano con Dios etc. Por lo tanto, no puede haber contradicción entre ambas, ya que se ocupan de planos distintos de la realidad, y también su finalidad es completamente diferente. Por lo tanto, puede haber, como es obvio, tanto científicos creyentes como no creyentes. Y la ciencia no demuestra ni que Dios existe ni que Dios no existe, ya que le resulta imposible hacer tanto lo uno como lo otro. Aun así, habría que añadir que, en el fondo, la ciencia es más bien favorable a la existencia de Dios, pues nos muestra un orden tan complejo y profundo en el cosmos, que hace casi natural el pensar en Dios como inteligencia ordenadora del universo.

Esto es justamente lo que pensaba Einstein: que tenía que existir una Inteligencia divina, autora de la maravillosa armonía que gobierna el cosmos. Ciertamente, Einstein, a pesar de su origen judío, no creía en el Dios de Israel -El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, como decia Pascal-, sino en un Dios de estilo griego: como el Dios de Aristóteles o el Lógos de los estoicos. Un Dios que "no juega a los dados", que no deja el universo en manos del azar, sino que organiza el cosmos de acuerdo con leyes profundísimas que apenas están empezando a revelarnos la física y las matemáticas. Einstein creía en lo que podríamos decir el "Dios de los científicos del siglo XX": un Dios-Lógos con el que se supera completamente el ingenuo ateísmo materialista del siglo XIX.

El Dios de Israel transciende radicalmente el nivel del "Dios de los científicos". Y, por supuesto, lo hace todavía más el Dios cristiano, que también transciende al Dios de Israel. En cualquier caso, conviene tener claro que el Dios trinitario cristiano es también el Dios-Lógos de Aristóteles y de Einstein que organiza el universo como gran "Arquitecto Cósmico". Pero no es sólo eso: es también mucho más que eso. Más profundo y más misterioso: porque el Dios cristiano "engloba" al Dios de Einstein, pero también lo supera infinitamente.

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