viernes, 9 de febrero de 2007

APOLOGÍA RAZONADA DE LA CENSURA


El vendaval de mayo del 68 tuvo como consecuencia, dentro de la cultura occidental y a partir de 1970, una permisividad casi total en cuanto a la producción y circulación de material visual, libros, ensayos, películas, etc. Fueron derribados, por lo tanto, gran parte de los tabúes tradicionales, de los interdictos que habían estructurado el imaginario colectivo de Occidente durante siglos.

De este modo, Occidente traicionó a Freud, quien -no lo olvidemos-, lejos de hacer una imprudente apología de los monstruos del inconsciente y del principio de placer, reivindicó el papel de los tabúes y del principio de realidad como salvaguarda del orden social y fundamento indispensable del edificio de la civilización. Como decimos, desde aproximadamente 1970 se produjo un derrumbamiento generalizado de los viejos tabúes. El símbolo más claro de tal derrumbe está en el mito cinematográfico de Emmanuelle. Pero Emmanuelle es un mito que resume lo que también ocurrió en todos los demás campos de la cultura: la desaparición de la censura freudiana y la consiguiente circulación descontrolada de materiales culturales psicológica y espiritualmente morbosos.

En el siglo XIX, el positivista Comte recordaba, con razón, que el desorden de las ideas precede siempre al desorden social. Esta máxima sigue hoy también vigente: el caos de los espíritus, atacados continuamente por imágenes e ideas nocivas, es la normal condición que antecede al subsiguiente caos social. Los asesinatos de Columbine en 1999, o a nivel español el célebre crimen de la catana, son las consecuencias extremas de este ambiente (imágenes, ideas, videojuegos, libros, comics, películas) dominado por los virus de la más letal morbosidad espiritual. Otros muchos fenómenos aberrantes que se producen en nuestra en nuestra sociedad tienen la misma causa remota.

Por lo tanto, consideramos que es urgente recuperar la idea freudiana de censura. Hay que reintroducir la vigencia de la idea de tabú. Nuestra sociedad, si no quiere precipitarse hacia el abismo, debe replantearse la idea de censura cultural. Un sistema censor vigoroso constituye un elemento indispensable en toda sociedad sana. Igual que hay anticuerpos en nuestro organismo, que combaten a los virus que pretenden invadirnos. No entender esto equivale a un suicidio.

Ahora bien: el reto consiste en conciliar este nuevo sistema de censura cultural con la existencia de una sociedad libre, dinámica y "abierta" (aunque se ha abusado mucho de esta "sociedad abierta" de Popper). La solución sólo puede venir desde el terreno de la sabiduría: más que de prohibir en sí mismo, se trataría de construir un universo jerarquizado del mundo de la cultura, donde cada elemento estuviera engarzado con todos los demás dentro de un sistema armónico. Como propone Hermann Hesse en "El juego de los abalorios", debemos recuperar la idea de una cultura objetiva de alto nivel que, liberada del narcisismo contemporáneo, nos haga retornar a un mundo cultural presidido, como en la Edad Media, por el principio de jerarquía y por los elementos de orden espiritual. O eso, o bien el nihilismo y el abismo.

No hay comentarios: